MIO

Mío
Te veo y me veo. Me recuerdas a lo mejor de mi, heredaste de mi lo mejor que heredé yo: la curiosidad y la fortaleza de nuestros ancestros.
Veniste, pequeño gigante, a llenarme, a colmarme de alegrías y de orgullo. Nada de ti me duele, todo de ti lo celebro, lo disfruto, lo atesoro... 
Eres puro gozo, un coro de risas, el más deliciosos de los helados, el bálsamo a todos los males, la carcajada de todos los chistes, el himno de todas mis naciones. 
Tan bonito! No puedo evitar decirlo, pero eres precioso! Enorme, tan grande, fuerte, sano. No puedo escribir más que estas cursilerías sin metáfora, sin poesía; pero es que no hay enredo en ti. Todo es claro, todo se mira, todo se toca. 
Viniste a vivir a tu forma y a llenarte del mundo, llenar tu cabeza, tus ojos y tu panza. Sé que serás de esos viajeros incansables, del que recibiré miles de cartas, y al que extrañaré tanto, tantísimo como te adoro.
 Me recuerdas tanto a mi, a la primera imagen que tengo de mí. Me obligas a reconciliarme conmigo, a verme de nuevo, sin miedo, entregada a la vida, siendo una carcajada; como era de niña.
Eres lo mejor de mi, mi luz, mi Luken, mi sorpresa, mi dador de toda la luz... Mi pequeño iluminado. Gracias por hacernos familia, por llegar como llegaste, por darnos tanto. Mi Luken, mío, mio.  

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