NACISTE


Un día, cuando te dé por preguntar cosas, seguramente me preguntarás acerca de tu nacimiento,  y como hoy,  se me nublaran los ojos y se enmudecerá mi garganta.

Tú no naciste como yo soñé que nacieras, no te pude dar la recibida que por tantos años planee… Me duele el alma decirte que no pude defender tu primer día, que no te pude dar una llegada entre luces tenues y agua limpia, que no fue mi fuerza y la de la tierra las que te empujaron a la vida… Solo tu sabrás porque llegaste como llegaste, yo por mi parte todos los días me asombro de el aprendizaje increíble que tu llegada me ha dejado.

 Quien diga que solo las que paren son guerreras, claramente no han tenido una cesárea, y a mucha honra hoy te digo mi niño, que aunque me duela,  para que nacieras a mi me hicieron un huequito en la panza.

Después de semanas de enviarte invitaciones para que vinieras y que todas las rechazaras, después de convertirme en pantera más de una vez defendiendo la integridad de tu nacimiento, después de escuchar opiniones lastimosas y no solicitadas, de cargar los miedos y las convicciones de los que en ese momento nos rodeaban, finalmente decidí bajar la guardia y dejar que indujeran artificialmente tu llegada.

La primera mitad del trabajo de parto fue perfecta;  tu, yo y la obscuridad, con nuestros ancestros, con todas esas almas que iban despertando poco a poco para unirse al comité de bienvenida… No dolía, era una danza, un ser todo con la nada… Sola con mi perra, mi doula y guardiana que acompañaba cada contracción con la sabiduría profunda de su instinto mamífero. Cuatro horas perdidos con el todo, y en eso: agua.

Tu papá llego corriendo… hospital. Ya no nos dejaron salir. Otras 4 horas y entonces, aunque seguían las contracciones, armónicas, fuertes y constantes yo supe que no venías. Me lo confirmó el doctor. Y entonces yo solté todo, deje ir todo… tu papá trato de defenderte, pero ya no había de que. 

Hablé con mis papas, me daban consuelos raros que yo no entendía.  Llanto, dolor, mucho, dolor, derrota. De pronto deje de ser mujer para convertirme en una niña aterrada de 5 años antes de entrar a su extracción de amígdalas, nada más que ahora iban a extraerte a ti, mi hijo, mi sueño, mi inquilino de los últimos diez meses.

Quirófano, aguja enorme, no entraba, dolía, dolía, dolía. Angelito de mi guarda mi dulce compañía no me desampares (-no NOS desampares -) ni de noche ni de día. Terror. Dolor de todo, del cuerpo, del alma, del cerebro, del aura. “No te muevas porque tienes una aguja en la columna” FUCK!  PANICO. Finalmente entró. Calor. Benditas drogas.

Sentía todo y no sentía nada… hasta sentía rico. No sé como, no sé cuando, pero yo ya había sentido esa sensación. No sé si en otra vida, no sé si me comí una célula de una mujer que tuvo una cesárea y se fue a mi cerebro….no sé. Yo ya había sentido eso.

Por fin llego tu papá, por fin respiré. Ahí estaba disimulando su susto después de verme volteada de adentro hacia afuera como calcetín… se veía muy guapo con su traje de doctor.  Creo que al verme tan drogada y tan divertida el también respiro. “Asómate, ya va a nacer tu hijo”. Nunca voy a olvidar su cara. Inexplicable. Y en eso lloraste, y a tu llanto se unió el mío. Estabas vivo, estabas bien, no te habían lastimado. ¡Gracias angelito de mi guarda, gracias! No llorabas como recién nacido, estabas enojado,  no estabas asustado, muy tu estilo, exigente y seguro.

 “Ya traía moldeamiento doctor” ““¡Cuatro kilos! Con razón no podía nacer.” (¡Cállate enfermera pendeja! Si no estuviera drogada te daba un madrazo con cualquier artefacto de los que me rodean, TODOS parecen peligroso. Bitch.).

¡Mi placenta! ¡Me quiero llevar mi placenta! Atención señoras y señores: me quiero llevar mi placenta porque es mía y de mi bebe y porque quiero. “¿Para que la quieres?”  Me la voy a comer. Ataque de risa generalizado. Me da igual. Quiero NUESTRA placenta. Y tu heroico papá salió al rescate de nuestra placenta, de los tres.

Y ahí en brazos de tu papá llegaste a los míos. Los dos dejamos de llorar. Estabas tan guapo, y tan ridículamente vestido. Pero guapo y enorme, con los ojos abiertos y la boca también ya listo para comer. Te pegaste a mi pecho, fue un ratito mágico, pero cortito. Te llevaron al cunero por pesar más de cuatro kilos… ahora hasta por ser un fortachón bien parecido te quieren diagnosticar de algo terrible.

Me quede solita aferrada al gorrito que te pusieron y te quité de puro coraje. “Mejor duérmase señora.” Mejor duérmase usted que yo estoy bien y quiero ver a mi bebé.

Por fin me sacaron de esa Panic Room. Debo de admitir que las enfermeras me trataron mejor esta vez que cuando tenía 5 años y me operaron de las anginas.  Ya estaba próximo nuestro encuentro mi corazón latía mucho.

Me esperaban en el cuarto tus abuelos, tus tías y tu papá. Ellos ya te habían visto en el cunero. Te amaban locamente. Me enseñaron videos y fotos, pero  yo lo que quería era verte, darte besos y ofrecerte mi pecho, los dos necesitábamos recuperar el tiempo perdido, que para mí fue mucho.

Finalmente llegaste. Ahí en tu cunita a lado de mi cama pasaste toda la noche prensado a mi dedo, y yo sin poder pegar el ojo no dejaba de verte. No podía creer que hubieras nacido por otro lado que no fuera mi sagrada vagina, me resultaba tan impresionante como el hecho de tenerte ahí a lado mío. Todo rebasaba mi entender. Todo.

Lo que vino los días siguientes fue una avalancha de gente, de emociones, de dolores, de olores. Yo solo quería estar contigo, abrazarte, conocerte. Me dolía todo y no me dolía nada. Agradecía a mi cuerpo que a pesar de estar todo herido y lastimado, tenía fuerza y pasión para darte leche. Comías y yo me alimentaba también. Eras mi medicina.

Naciste viendo para arriba, de cara al sol… con los ojos abiertos, curioso y sabio. Naciste despertando pasiones en los que te cuidamos, alborotando nuestros pensamientos, nuestros valores y prioridades.

Naciste. La salida de emergencias, para bien o para mal, hoy por hoy, también es salida. Y aquí estamos los dos, cada uno con su destino, unidos para siempre por esa cicatriz que te abrió paso a este mundo, esa cicatriz tuya y mía.

Naciste Matías, y por eso estoy y estaré eternamente agradecida, contigo primero, y después, con la vida.

 

Comentarios

  1. No tengo palabras y no quiero decir las incorrectas, pero me han brotado lágrimas de admiración y de anhelo por conocerme más y conocer esa perfección en mi.
    Un abrazo ENORMEEE.

    ResponderEliminar
  2. Mi querida Doula! Tan Valiente! Tengo muy claro el porque te han puesto en mi camino, leyendo el nacimiento de Matías nos reflejamos yo y Samuel. Hoy de que no estoy sola en esta búsqueda de entendimiento y aceptación gracias a ti y a tu misión de vida. Gracias por tu compañía y por tu apoyo incondicional por buscarme y mandarme mensajes, por preocuparte por nosotros! Te quiero mucho! Gisela

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

PARIR

El Huevo Cosmico

Mi mamá no duerme, porque siempre esta despierta.